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Los (no) límites de la estupidez humana

Decía Albert Einstein, "hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana, y del Universo no estoy seguro"; y cada día que pasa estoy más convencida de ello. ¡Estamos rodeados! Probablemente nosotros mismos lo seamos, pero cuando uno piensa que ya no se puede ir a más... ¡Lo logramos!

Son muchos los que se han planteado la estupidez. Quevedo aseguraba que eran más de los que se veían, Montaigne opinaba que ninguno estamos libres de caer, Renard era tajante al afirmar que sobraba el adjetivo humano porque somos los únicos seres realmente estúpidos... Pero si hay alguien que ha estudiado a fondo este fenómeno es Carlo Maria Cipolla, un historiador económico italiano que llegó a formular la Teoría de la estupidez.

Para Cipolla la gente estúpida es un grupo más poderoso que la Mafia o el complejo militar industrial. Sin líderes, sin normas, sin manifiestos... terminan resultando una masa con una coordinación increíble. En su obra Allegre ma non troppo desarrolla toda una teoría de leyes sobre la estupidez y sus consecuencias:

Primera ley fundamental: Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo.
No importa cuántos contabilicemos, siempre quedan más por contar, algunos parecían racionales  pero en realidad solo se trataba de apariencias.
Además estos individuos aparecerán en nuestra vida de forma incesante, nos entorpecerán nuestra existencia, y siempre en el momento y lugar menos oportuno.
Terminaba su explicación advirtiendo que cualquier estimación resultaría una subestimación.

Segunda ley fundamental: La probabilidad de que una persona determinada sea una estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona.
La Naturaleza genera un número de estúpidos, no tiene relación con cuestiones de raza, educación, estrato social... Siempre hay más de los esperados, en cualquier lugar y entorno (primera ley)

Tercera ley fundamental (Ley de oro): Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso perjuicio.
Cipolla presupone cuatro grupos en los que englobar a todas las personas: incautos, inteligentes, malvados y estúpidos. Esto nos puede ayudar a comprender el peligro y el poder de los estúpidos.

Cuarta ley fundamental: Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como costosísimo error.

Quinta ley fundamental: La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe.
Más peligrosa incluso que el malvado.

Para Cipolla hasta las crisis son explicables gracias a estas leyes, y en parte es uno de los motivos por los que hoy quería escribir este post.

Ayer cerraban un canal de televisión pública, el griego; unos dicen que lo manda Europa, otros dicen que ellos no, pero que no les parece mal... El caso es que unos por otros, la casa sin barrer. Lo que no consiguió la dictadura, lo logra el libre mercado, y es que una televisión público NO es un negocio, es un derecho; derecho a estar informado, educado, entretenido... Dicen que no importa, porque hay oferta suficiente con los canales privados, pero es que se nos olvida que el fin de un negocio privado son los beneficios, no los usuarios. Y aquí es donde entra en juego la división de grupos de Cipolla, porque cuando un país se encuentra en decadencia, el número de estúpidos no mengua, pero sí aumenta el número de malvados en el poder, y entre el resto aumentan los incautos. Y eso es lo que nos sucede en general, dejamos que nos privaticen servicios porque no son rentables, pero no nos paramos a pensar que si fuesen rentables no necesitaríamos mantenerlos con los impuestos, nadie paga a las empresas privadas para que luego generen beneficios (excepto si son bancos)

Quizá esta sea la entrada con más refranes y dichos, pero es que la sabiduría popular nos recuerda una y otra vez lo que va a suceder, pero en el fondo somos tan estúpidos que no lo queremos ver (¿veis? resulta que es cierto que son más los estúpidos que lo que en origen pensábamos) Y es que dice el refrán: cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar. No creo que el cierre de un servicio público, tan fundamental en los tiempos que corren, como la radiotelevisión de un país sea algo que pasar por alto, empezaron con recortes y terminan con cierres. Allá cada uno con su conciencia, pero me parece demasiado grave como para que se pase por alto. Desde aquí mi solidaridad para los trabajadores de la entidad, y sobre todo para los griegos que son los que más pierden.

Pero ¿qué se puede esperar de una sociedad que, ante circunstancias tan graves, busca nuevas formas de entretenimiento tan peligrosas como emborracharse con un tampón? Lejos de importar ideas beneficiosas para todos, algunos jóvenes han decidido jugar nuevamente a un juego peligroso. Y aquí reaparece la estupidez humana, esa tan inmensa que encuentra divertido emborracharse rápido y que no le pillen sus padres. No pensando en los riesgos que lleva para su integridad física tal juego.


El video How about coffee?, que recientemente circula por todos nuestros whatsapp es divertido, precisamente porque es absurdo que alguien haga eso; pero claro no contamos con la estupidez humana y algunos han puesto de moda las fiestas en las que impregnan un tampón en alcohol (tienen hasta un ranking de qué bebidas suben antes), hacen un jueguecito absurdo con los amigos, se lo introducen (anal o vaginalmente) y esperan al colocón, a veces lo sacan y vuelven a empezar. No importa que se destrocen la flora interna, ni las infecciones, ni los comas etílicos... Lo importante es emborracharse rápido (que no se dónde está la gracia, una cosa es emborracharte ocasional y accidentalmente porque lo pasas bien y bebes más de la cuenta y otra buscar esto como objetivo), y eso sí evitar el olor en el aliento para que no lo noten al llegar a casa. Permitimos la fuga de cerebros, pero nos quedamos con los que piensan por el mismo sitio por el que se emborrachan, y luego... ¡nos sorprendemos de la crisis!

Podría seguir con ejemplos, pero sería absurdo intentarlo, Cipolla deja claro que habrá más estúpidos de los que yo pueda relatar; el único que se aproximó a la cifra fue Einstein.

Si tenéis más interés en las leyes de la estupidez podéis descargarlas aquí: ¿Pienso para todos?